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ROMERÍA DE SANTO DOMINGO

ORIGEN DEL SANTUARIO

El santuario que se encuentra en la Sierra de Córdoba a unos cinco kilómetros de la ciudad, fue fundado en el siglo XV por San Álvaro de Córdoba. 

Esta celebración comienza cuando en 1423 el religioso (y a la postre santo) Álvaro de Córdoba decide retirarse a un lugar recatado de la sierra de Córdoba, después de haber realizado labores de apostolado en Tierra Santa.  Se alza en que se realice un monasterio que fue denominado  Santo Domingo de Scala Coeli, que fue  conocido tiempo atrás como un  lugar de peregrinación.

Destacamos del lugar la  identificación  del fraile con el símbolo de la cruz, a través de la cual tuvo algunas experiencias místicas, colocó gran número de ellas en los caminos del santurario.

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LEYENDA

Cuenta la leyenda que por uno de esos caminos bajaba el santo con frecuencia hasta Córdoba para pedir limosna del sustento de su comunidad. Un mañana encontró a un pobre semidesnudo, plagado de llagas, de aspecto tan débil y enfermizo que la muerte casi asomaba a su rostro. Álvaro lo envolvió piadosamente en su capa y lo cargó sobre sus hombros. Llegados ambos al santuario, depositó al enfermo en la entrada y fue a buscar a sus hermanos. Al regreso, cuando descubrió el cuerpo tras la capa, hallaron una bellísima talla de Cristo Crucificado, es el Cristo de San Álvaro, a quien se le rinde culto en los tres últimos domingos de Cuaresma, siendo el penúltimo de estos días de la romería.

EN LA ACTUALIDAD

Todos los años cientos de caballistas, carrozas y gentes de toda clase asisten a este evento"para conmemorar el Viacrucis de San Álvaro de Córdoba en el santuario dominicano de Scala Coeli y rezar a una Virgen aparecida a San Fernando cuando se aprestaba a conquistar la ciudad en 1236 y que por ello le llaman también la Capitana".

 

Una vez alcanzado el santuario, la ofrenda floral, una misa concelebrada y una corta procesión del Santo por los alrededores son el preámbulo de un día de fiesta en el que la explanada de Santo Domingo se convierte en una feria de encuentros y convivencia, para los más de cinco mil cordobeses y forasteros que allí suelen concentrarse.

Hasta la puesta de sol, todo será un constante compartir los bailes, los cantes, los vinos de la tierra, el típico perol cordobés, los huevos duros y las habas guisadas que, de acuerdo con la tradición, toman todos los romeros.

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