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Biografía

Biografía III
 

A partir de aquí su trayectoria fue una sucesión de éxitos, sobre todo de sus creaciones en las que realza a la mujer andaluza y al cante flamenco. Su afición por el flamenco le llevó, con apenas 20 años, a participar en el concurso de Cante de las Minas de Rio Tinto en Huelva en el que actuó como cantaor. El resultado no debió ser muy alentador y Julio Romero de Torres volvió a los pinceles, sin por ello perder su pasión por el flamenco, y que originó una parte importante de su producción pictórica y una gran cantidad de retratos de destacadas figuras de la canción y el baile, Pastora Imperio, Dora la cordobesita, La niña de los viernes…

 En 1916 es nombrado profesor de Ropaje de la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y de la mano de su gran amigo el almeriense Valle Inclán conecta con los intelectuales modernistas que le imbuyen del amor por el pasado en general y por el Renacimiento en particular.


En 1892 emprende viaje a América donde sus exposiciones en Argentina y Paraguay son un rotundo éxito vendiendo todas las obras expuestas y realizando numerosos encargos.

En 1929, tras la progresiva muerte de algunos de sus amigos y la agravación de su enfermedad hepática vuelve a Córdoba para residir en la vivienda del Museo de Bellas Artes donde continuaba su familia, su esposa Francisca Pellicer López y sus cuatro hijos, Julio, Rafael, Amalia y María. En este último periodo de su vida pintó uno de sus cuadros más famosos: "Chiquita piconera" con, quizás, su modelo preferida, María Teresa Gómez.

El 10 de mayo de 1930 fallecía en la misma habitación que lo vio nacer. En su entierro miles de cordobeses acompañaron al cortejo fúnebre encabezado por el Presidente de la República, el egabrense Niceto Alcalá Zamora hasta la Santa Iglesia Catedral donde tuvo lugar el funeral.

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